domingo, 5 de enero de 2014

Capítulo 18

Buenas noches a todos! He cumplido mi promesa. Los Reyes Magos se han adelantado un poquito y os han dejado este pequeño obsequio. Es un capítulo cortito, al igual que lo será el 19, pero sólo para dar paso al gran capítulo, el número 20.
Pero no nos adelantemos a los acontecimientos... Por ahora, disfrutad con este nuevo capítulo, y no dudéis en compartir vuestra opinión.
Besos enormes!  


El grupo estaba eufórico. Querían contar todo lo que habían visto durante el día y no hacían más que interrumpirse y robarse la palabra, creando un gran alboroto. Tardaron aún un buen rato en calmarse, y solo entonces Will se acercó a ellos.
-Será mejor que empecemos a subir, aún nos queda un buen rato.
El camino no tenía pérdida, solamente había que seguir la calle principal hacia arriba, pero el hecho de ser cuesta arriba siempre dificultaba un poco más la situación. La noche empezaba a hacer acto de presencia mientras las últimas luces del día se disipaban, pero la fiesta no había terminado. Nuevos cúmulos de gente empezaban a agruparse por las calles, preparadas para todos los festejos nocturnos. Los tambores volvieron a resonar, y empezaron a encontrar fogatas iluminando los caminos.
Un silfo* que volaba sobre sus cabezas descendió hasta ellos con delicadeza. Sus alas, como las de todos los de su especie, habían adquirido un brillo dorado al llegar la noche. También las de Lucía empezaban a mostrar destellos que se unían formando hermosas decoraciones. El silfo se acercó a ella, y sin decir palabra le entregó una de las flores que transportaba. Éstas eran aún más increíbles a la luz de la luna. Cambiaban de color muy lentamente mientras se agitaban suavemente, como si una brisa casi imperceptible las meciera. Lucía se sonrojó y de forma inconsciente se tapó el rostro con sus finas alas. Cuando volvió a levantar la vista, el joven le dedicó una pícara sonrisa. Acto seguido realizó una leve reverencia con la cabeza y se elevó de nuevo por los aires sin dejar de mirarla a los ojos.
Nadie comentó nada de lo sucedido, tal vez porque no sabían realmente qué había ocurrido. Sólo Erik mantuvo largo rato esos pensamientos en su cabeza mientras observaba la flor con los puños cerrados. Agradeció que fuera de noche, por lo que nadie pudo ver en su rostro la amarga sombra del dolor, o quién sabe, tal vez fueran celos.

*Silfo es el nombre que se usa comúnmente para designar a las hadas macho.


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